Despeinado o engominado

Despeinado o engominado

Despeinado o engominado, esta es la cuestión.

Despendolado anda mi corazón estos días, melena al viento “bum bum” se me nota el latido hasta en la mirada.

Bien equipada y a punto de salir a explorar fuera me he encontrado vacío el tubo de la gomina, no he podido repeinar el corazón y lo he dejado en modo hippie. Me he sentido distinta, el mismo viento que lo ha despeinado, me ha descubierto un modo de observar más amplio, más autentico, mucho más liviano.

He descubierto que la melena engominada, “bien peiná como debe ser”, es una gran redireccionadora emocional, como un intercambiador del metro, un fantástico atenuante de la intensidad de las experiencias. Peinado a prueba de viento, todo en su sitio y con el radio de acción perfectamente controlado.

He descubierto que el mismo viento que me despeina el corazón me trae otra manera de observar más amplia, más auténtica, más liviana… Me envuelve en emociones que me cambian de sitio, me desestabilizan, me voltean como un tornado. Surgen desafíos de reconocerme en el tránsito de cada una de ellas, las que me llenan, las que me escuecen, las que me duelen, las que me impulsan.

He descubierto mi caminar müttante; si te cruzas conmigo llevo la mochila repleta de nudos en la garganta, piel de gallina, dientes apretados de rabia, puñados de lágrimas de decepción y de alegría, ojos empañados, sonrisas traviesas, risas desternillantes, manojos de miradas pícaras, desafiantes, mariposas en el estómago… Sin sitio para arrepentimientos.

He descubierto que el corazón despeinado me hace vulnerable, me siento más fuerte, viva de verdad. Me levanto más rápido, retomo antes el camino… O hago una müttación radical si la ocasión lo merece, porque sé quién soy, desde donde habito mi mundo y a dónde me dirijo.

Despeinado o engominado, esta es la cuestión.
Y tú, ¿cómo tienes el corazón?

Que la müttación te acompañe.