Absolutamente despeinada estoy explorando, no sé si el vacío o la saturación, si la ausencia de conexiones o el desbordamiento de las mismas.
Viajo en un mundo de polaridades juzgando o negando una de ellas. He descubierto que Müttar es despeinarme por las sombras, descubrirme en ellas, aprender y volver a la luz.
Por favor un billete de ida y vuelta hacia mis sombras, si si, de ida y vuelta.
No se si es fácil o difícil, este dúo de polos opuestos me lo comí con patatas hace tiempo, cuando decidí que lo que importa es resolver, vamos, si lo quiero hacer o no.
A las sombras viajo de vez en cuando, a desengominar el corazón, a observar la otra cara de la creatividad, a aprender a ver desde la calma lo lejos y aparentemente desconectadas que vuelan mis ideas, a quererme mucho en la también aparente improductividad, a disfrutar de un par de cervecitas conmigo misma, esta vez sin cambiarme a la polaridad de culpable.
Por cierto, la culpabilidad con patatas está muy muy rica, ahí lo dejo.
Despeino el corazón cada vez que me concedo el permiso de ser solo lo que yo espero de mi, con mis ritmos, mis pausas, mis acelerones. Coherencia muy bien salpimentada con un amor rico rico y picarón ¡que he venido a jugar!.
Un corazón despeinado huele a libertad, se expande, lo llena todo, y se posa.
A veces sobre un miedo que quería colarse en la fiesta, a veces para enamorar a un par de ideas locas que no se conocían y, a veces, saca de la manga un espejo y se posa sublime delante de mi para que me vea de verdad y me reconozca como un ser único e irrepetible.
Un billete de ida y vuelta a mis sombras. Por favor, en preferente.
¿Cuánto hace que no vas?
Que la Müttación te acompañe.
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